- El principal condenado por los atentados presentó una querella por supuesto falso testimonio contra las dos testigos clave en la investigación, a raíz de una información publicada por ese periódico.
- La declaración judicial del cónsul rumano desmiente la teoría de El Mundo de que las testigos urdieron una trama para beneficiarse de las ayudas para las víctimas del terrorismo.
El proceso judicial abierto por el principal condenado por los atentados del 11M, Jamal Zougam, contra las dos testigos protegidas, cuyo testimonio fue crucial para condenarle, está desmontando la teoría de la conspiración elaborada por el periódico El Mundo.
Zougam presentó una querella por supuesto falso testimonio contra las
testigos C-65 y J-70 basándose en una información firmada por Casimiro
García-Abadillo en la que insinuaba que estas dos personas de origen
rumano habían identificado al autor de los crímenes después de que se
les denegara el estatus de víctimas de terrorismo y que les hubieran
denegado la nacionalidad española con el objetivo de conseguir estos
beneficios.
Uno de los argumentos en los que el
sustituto de Pedro J. Ramírez al frente de la dirección del diario
basaba su argumentación contra las dos testigos clave en la
investigación del 11M era el hecho de que una de ellas, C-65, se reunió
con el cónsul de Rumanía, junto a una compatriota con la que viajaba el
día del sangriento atentado. Según El Mundo,
se trataba "de una mujer que no es la testigo J-70". Sin embargo, la
declaración judicial del cónsul rumano, Nicu Stan, desmiente
categóricamente esa afirmación.
"He constatado que
J-70 era la persona con la que C-65 se presentó al Consulado en la
primavera de 2004", asegura Stan después de explicar que puede confirmar
ese hecho a partir de "haber conocido los datos de identificación de la
testigo, puestos a disposición por el Juzgado". "En base a ellos, de
haber conocido la fotografía"–explica el cónsul–, estoy en condición de
confirmar que C-65 acudió al Consulado acompañada de la persona
identificada con el indicativo J-70".
Tanto la querella de Zougam como las informaciones del periódico que
dirigía entonces Pedro J. Ramírez insistieron en que esas dos testigos
no reconocieron hasta mucho tiempo después de los atentados haber
viajado juntas ni tener sospechas de quién podía ser el terrorista. Este
es otro extremo que desmonta el testimonio del cónsul, que asegura que
en la reunión, que tuvo lugar dos o tres semanas después del 11M, la
testigo C-65 ya relató que había presenciado "un incidente entre un
español y un joven, con rasgos árabes, que llevaba una mochila, de quien
ella sospechaba que era terrorista".
La teoría de la
conspiración insistió en que los testimonios de las testigos, que
fueron la "principal prueba de cargo" contra Zougam, perseguían urdir
una trama para lograr beneficiarse de las ayudas estatales por ser
víctimas de terrorismo. "Sólo después de que a esa segunda persona se le
negase el dinero, porque no aportaba ninguna prueba de ser víctima del
11M, ambas dijeron que viajaban juntas, que habían visto a un
terrorista en el tren y señalaron, en un reconocimiento fotográfico que
hicieron por separado, a Zougam. De esa segunda mujer nunca más se
supo, pues su testimonio no trascendió al sumario", aseguraba El Mundo.
La investigación judicial abierta como consecuencia de la querella
presentada por el terrorista demuestra ahora que la acompañante sí
figuraba en el sumario porque era J-70 y que habían señalado tan sólo
unos días después del atentado que iban juntas y que tenían una idea de
quién podía ser la persona que colocó la bomba en su tren.
El periódico El Mundo
también puso en cuestión que el marido de C-65 y su cuñado fueran en
uno de los trenes atacados: "El marido de C-65 fue aceptado como víctima
de otro tren, con dos particularidades: no sufrió heridas graves, pese
a viajar en el vagón más afectado –hasta el punto de que fue el que
mayor número de muertos registró en Atocha–, pero sobre todo declaró
que viajaba con su cuñado (el hermano de la testigo), quien fue
descartado como víctima por los forenses y a quien el juez propuso
imputar por delito de simulación", afirmaba una crónica de diciembre de 2011,
que acto seguido informaba de que fueron contratados por un empresario
que tenía una "relación estrechísima con altos mandos de la policía".
Este vídeo, procedente de las cámaras de la estación de Atocha el
fatídico 11 de marzo de 2004, demuestra que el esposo de esta testigo
protegida y su hermano consiguieron escapar tras el estallido de la
bomba. A partir del segundo 28, en la parte izquierda de la pantalla
aparece el marido de C-65 y, milésimas después, quien aparece a la
derecha es su cuñado.
Fuentes jurídicas consultadas por eldiario.es señalan que las
diligencias practicadas en la investigación del supuesto falso
testimonio de estas dos testigos fundamentales en el esclarecimiento de
los atentados del 11M son un "golpe en la boca" y muestran que las
acusaciones estaban fundamentadas en "documentos parciales". "Todos los
datos que presentan en la querella no hacen el delito de falso
testimonio. Todo está desmontado", concluyen esas fuentes.