Publicidad aparecida en el periódico El Mundo del martes 17 de junio de 2014
En estos días en los que estamos leyendo continuamente noticias sobre el yihadismo y Al Qaeda me produce estupor comprobar cómo el periódico El Mundo recurre al 11-M para autopublicitarse.
En estos mismos días en los que incluso en un artículo de Ángeles Escrivá en dicho diario en papel el mismo martes 17 de junio de 2014 se escribe "Acaban de enviar a Siria al hermano de uno de los autores del 11-M", a propósito de la desarticulación de una red que captaba desde Madrid yihadistas para Siria y que tenía su centro de reunión en Santa Cruz de Pinares (Ávila).
Lo curioso y sorprendente de esta página autopublicitaria de El Mundo es que ponen la publicidad tapando parte del gran titular de la portada del 11 de marzo de 2014; no sé si porque quieren redimirse y romper con los diez años de conspiranoia en los que tantas portadas y páginas han llenado o porque se resisten a abandonarla.
El Mundo sembró de falacias el 11-M para vender periódicos y ahora utiliza una portada suya con un gran titular sobre el 11-M tapado en parte por publicidad propia para también tratar de aumentar las ventas del diario.
Da la sensación de que, lejos ya de la dirección del periódico –por cese, dimisión o lo que fuese– el que fuera uno de los promotores de la gran sarta de mentiras sobre el 11-M, otro de los promotores de las intoxicaciones y falsedades sobre los atentados del terrorismo islamista de aquel día en Madrid, el actual director, no sabe aún a qué carta quedarse, no sabe aún si ¡so! o ¡arre!; o lo sabe muy bien y juega a una calculada ambigüedad. Es la única explicación que le encuentro a esta grotesca página autopublicitaria.
Da la sensación de que, lejos ya de la dirección del periódico –por cese, dimisión o lo que fuese– el que fuera uno de los promotores de la gran sarta de mentiras sobre el 11-M, otro de los promotores de las intoxicaciones y falsedades sobre los atentados del terrorismo islamista de aquel día en Madrid, el actual director, no sabe aún a qué carta quedarse, no sabe aún si ¡so! o ¡arre!; o lo sabe muy bien y juega a una calculada ambigüedad. Es la única explicación que le encuentro a esta grotesca página autopublicitaria.