El texto que viene a continuación de esta pequeña introducción lo escribí el pasado 19 de agosto de 2017, dos días después de los atentados en Barcelona y Cambrils, pero no me pareció oportuno publicarlo entonces. Muchos datos hemos conocido y mucho ha sucedido en este mes transcurrido desde los atentados... Asistí a la manifestación en Barcelona el día 26 de agosto y a su término caminé por La Rambla repleta de personas. ¿Para qué es esto?, preguntaba una niña a un adulto que la llevaba de la mano sin detenerse, apresurado y casi tirando de ella, como si quisiera que lo viera, pero sin contárselo, ante uno de los altares improvisados con velas, flores, fotos, frases y peluches...
Desgraciadamente para todos, sobre todo para las víctimas asesinadas y heridas en Barcelona y Cambrils, he podido constatar de qué diferente forma se ven los atentados en función de la cercanía. Algunos políticos, analistas, periodistas, tertulianos e informadores, ante atentados habidos recientemente en Europa como los de Niza, Berlín o Manchester (por citar solamente algunos) venían a señalar la gran importancia informativa que se les daba, mientras que, días atrás también, a atentados con muy numerosas e injustas muertes en Afganistán, Nigeria, Siria, Irak, etc., apenas se les daba relevancia informativa. También, comparándolos con las muy numerosas e injustas muertes de migrantes en el Mediterráneo. ¿Y qué decir cuando las comparaciones se hacen con las víctimas diarias de las guerras y de la hambruna en el mundo?
19 de agosto de 2017
Atentados en Barcelona y Cambrils, ¿es para tanto?
Desgraciadamente para todos, sobre todo para las víctimas asesinadas y heridas en Barcelona y Cambrils, he podido constatar de qué diferente forma se ven los atentados en función de la cercanía. Algunos políticos, analistas, periodistas, tertulianos e informadores, ante atentados habidos recientemente en Europa como los de Niza, Berlín o Manchester (por citar solamente algunos) venían a señalar la gran importancia informativa que se les daba, mientras que, días atrás también, a atentados con muy numerosas e injustas muertes en Afganistán, Nigeria, Siria, Irak, etc., apenas se les daba relevancia informativa. También, comparándolos con las muy numerosas e injustas muertes de migrantes en el Mediterráneo. ¿Y qué decir cuando las comparaciones se hacen con las víctimas diarias de las guerras y de la hambruna en el mundo?
Constatado también es el hecho de que algunos de estos políticos, analistas, periodistas, tertulianos e informadores, desarrollando un amplísimo y extraordinario despliegue
informativo, han dejado incluso momentáneamente sus vacaciones tras los atentados en Barcelona y Cambrils que
"sólo han provocado algo más de una decena de muertos y algo más de un centenar de heridos, exaltando unas
simples calles burguesas llenas de souvenirs en el contexto de una
sociedad capitalista (que dirían los terroristas yihadistas y algunos que no lo son)".
Todo parece indicar que, en lo que a los atentados terroristas se refiere, es la cercanía a lo que queremos y tocamos lo que nos moviliza, hasta el punto de hacernos cambiar de parecer y de actuar, aunque sintamos de verdad lo que está muy lejos. Vivimos en un mundo global en el que, sin embargo, se interpretan y dimensionan los diferentes escenarios.
¿Es para
tanto los atentados de Barcelona y Cambrils? Lo es, aunque no hubiese habido
ninguna víctima. Lo es, máxime cuando ha habido muertos y heridos. Lo
es, en la medida que se ataca y mata. Lo es, por su vileza y atrocidad. Lo es, en la medida que perjudica las aspiraciones vitales de los ciudadanos. Lo es, porque se agrede a la convivencia, a la tolerancia y a la libertad, y a los momentos de trabajo y de ocio, y al callejeo.