lunes, 18 de mayo de 2020

PABLO MOTOS, EL 11-M Y EL COVID-19

           Establecer comparaciones entre los fallecidos, enfermos y damnificados por el coronavirus en los más de dos meses de pandemia que llevamos en España y los asesinados, heridos y afectados por terroristas yihadistas el 11 de marzo de 2004 en Madrid, está siendo un argumento recurrente no ya sólo para políticos (Pablo Casado), sino también para algunas gentes del deporte (Julen Lopetegui, entrenador del Sevilla Fútbol Club), o del espectáculo televisivo (Pablo Motos).


“Estamos todos los días en un 11-M”. Es lo que dijo Pablo Motos recientemente en su programa televisivo. Soltar esta frase así, sin más, en el contexto de una tertulia en la que se está hablando largamente de los fallecidos por el COVID-19, no contribuye, para nada, a que la gente sepa qué paso el 11-M. Es más, el propio Pablo Motos, en un momento de su intervención dijo también: “Es todo muy difícil porque nunca nos hemos enfrentado a una cosa así”. Por lo tanto, “si nunca nos hemos enfrentado a una cosa así”, ¿cuál es la intencionalidad de aludir continuamente al 11-M? Tendría sentido hablar del 11-M, si al hablar del coronavirus abundantemente, se hablase también extensamente del 11-M. Pero no, se suelta esa frase ya recurrente “estamos todos los días en un 11-M” (u otra similar), sin ni tan siquiera hacer un esfuerzo divulgativo sobre lo que pasó el 11-M.


Por eso, quienes quieran seguir estableciendo comparaciones entre el 11-M y el COVID-19, conviene que dediquen un tiempo amplio también para recordar a sus espectadores, oyentes y lectores, lo siguiente:


FAES, fundación del Partido Popular en los tiempos del 11-M, que actualmente sigue presidiendo José María Aznar, y de la que Pablo Casado fue nombrado patrón en 2015, predijo en enero de 2003: “Cabe esperar el recrudecimiento de la amenaza terrorista si es que se produce la guerra contra Irak, una amenaza que afectará principalmente a los países que participen en ella”. O sea, dicho y hecho. Por desgracia, acertó FAES en su pronóstico. El Gobierno de Aznar, del Partido Popular, nos llevó a la guerra contra Irak, y una de sus consecuencias fueron los atentados del 11-M.


          En la cumbre del G-8 del 25 de junio de 2002 en Canadá, el presidente de EEUU, George W. Bush, puso los pies sobre la mesa y José María Aznar le imitó. El Gobierno de España del Partido Popular, presidido por José María Aznar, hizo caso omiso de los informes de la ONU advirtiendo de la ilegalidad de una intervención en Irak. Aznar desoyó el clamor de las gentes en las calles de España contra la guerra de Irak. Aznar mintió sobre la existencia de armas de destrucción masiva en Irak. Teniendo por anfitrión al entonces primer ministro portugués, José Manuel Durao Barroso, José María Aznar, George W. Bush y el primer ministro del Reino Unido, Tony Blair, se reunieron en las islas Azores el 16 de marzo de 2003 y decidieron la intervención en Irak. Durao Barroso reveló además que fue Aznar quien más solicitó la celebración de aquella cumbre previa a la guerra de Irak. La invasión de Irak comenzó el 20 marzo de 2003; el líder de Al Qaeda, Bin Laden, el 18 de octubre de 2003 amenazó directamente a España por su participación en la guerra contra Irak. El 29 de noviembre de 2003, siete agentes del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) español fueron asesinados en una emboscada perpetrada por la insurgencia iraquí con armas de fuego y granadas, en Latifiya, Irak. Finalmente, y como venganza, los terroristas yihadistas atacaron cuatro trenes de cercanías de Madrid el 11 de marzo de 2004. Y después, como remate, el Partido Popular mintió tratando de atribuir los atentados a ETA para intentar ganar las elecciones que se celebraron tres días después. Y luego, tras perder las elecciones, acompañado de sus partners mediáticos, intentaron deslegitimar al Gobierno surgido de las elecciones con más y más mentiras sobre lo ocurrido antes, durante y después del 11-M.


           El año pasado, un día antes del XV aniversario del 11-M, Pablo Casado, pidió que se desclasificase cualquier información sobre el 11-M y que se “llegase a la verdad si alguien la oculta o intenta mercadear con ella”. El PP, el partido de Pablo Casado, mientras estuvo en la oposición desde el 2004 hasta el 2011, dijo que cuando llegase al poder iba a decir toda la verdad sobre el 11-M. Ganó las elecciones en 2011 y gobernó hasta el 2017, o sea que tiempo tuvo para decir esa verdad que decía que sabía. Gobernó seis años seguidos y nada de nada sobre el 11-M. Quedó demostrado que en la oposición sólo le había interesado el barullo y la vocinglería.


Las conclusiones del informe Chilcot de julio de 2016, encargado por el Gobierno británico, confirmaron que la guerra contra Irak fue ilegal, injusta, inhumana e irracional. En octubre del 2015, Tony Blair –aunque de aquella manera–, pidió perdón. Aznar, a día de hoy, sigue sin pedir disculpas públicamente.


A más explicaciones, menos comparaciones y confusiones. ¿Los Casado, Lopetegui y Motos que sigan hablando o escribiendo sobre 11M en estos tiempos de pandemia, tendrán la firme voluntad de dedicarle más tiempo, haciendo un esfuerzo por divulgar lo que pasó antes, durante y después del 11M? Veremos.