Ante lo dicho por Pedro J. Ramírez el 27 de junio de 2020 en "LA SEXTA NOCHE":
“Si en estos momentos en el Congreso de los Diputados hay un ansia de profundizar en la investigación de asuntos que todavía se desconocen importantes en relación a la historia democrática, sugiero que reabran la investigación parlamentaria sobre el 11-M. Creo que hay muchas más lagunas y muchos más puntos oscuros en el propio relato oficial del 11-M que en relación a quién o cómo se constituyeron los GAL. Todos sabemos las respuestas a estas preguntas. Desafiaría a cualquiera a contestar en los mismos términos y con detalle en relación al 11-M”
desde nuestra Asociación, nos vemos en la obligación de
recordar dos párrafos del discurso que nuestro presidente Eulogio Paz
Fernández, tenía previsto pronunciar en los actos del 11-M que no hicimos
porque los desconvocamos debido a la pandemia provocada por el coronavirus.
Los dos párrafos del discurso son los siguientes:
Como creo que saben, Pedro J.
Ramírez, uno de los adalides de las teorías de la conspiración sobre el 11-M,
salió de la dirección del periódico El Mundo en el 2014, cuando sus
teorías conspirativas ya no daban más de sí. Le sustituyó en la dirección del
periódico su mano derecha, Casimiro García-Abadillo, que también compartió con
Pedro J. Ramírez dichas teorías conspirativas. Sólo estuvo catorce meses y le
sustituyó David Jiménez, quien sólo estuvo un año, de mayo de 2015 a mayo de
2016. Pues bien, en abril del pasado año 2019, David Jiménez, publicó su libro “El
Director”, que en las páginas 63 y 64, dice lo siguiente:
…Cuando años después el
terrorismo islámico provocó una masacre en Madrid, el 11 de marzo de 2004, el
equilibrio de nuestras virtudes y defectos se decantó del lado de los segundos
y nos llevó a cometer el error que marcaría a El Mundo para siempre. El
Gobierno del Partido Popular, al que nos habíamos acercado en exceso –eran los
días en que Jota jugaba al pádel con el presidente y acudía de invitado a la
boda de su hija–, intentó culpar del atentado a la banda terrorista ETA. La
decisión de participar en la guerra de Irak unos meses antes había sido muy
impopular y Aznar temió que una autoría islámica les haría perder las
elecciones, que se celebraban tres días después. Jota creyó la versión del
Gobierno y, cuando la realidad nos mostró que no era así, en lugar de
rectificar nos embarcamos en una huida hacia adelante que nos llevó a publicar durante
años supuestas investigaciones para reafirmar nuestra teoría de una gran
conspiración. Era difícil encontrar a alguien en la redacción que pensara que
lo que estábamos haciendo tenía algún sentido, pero más difícil era encontrar a
alguien que tuviera las agallas de decírselo al director. Todos, unos desde las
cercanías de El Despacho y otros, como yo, desde la comodidad de una
corresponsalía, callamos mientras el diario convertía coincidencias en
evidencias, se alimentaba de informaciones poco fiables de la facción policial
que degeneraría en Las Cloacas, exageraba cualquier elemento que ayudara a
defender su versión –y ocultaba datos que pudieran contradecirla–, se camelaba
a testigos para que defendieran nuestras informaciones y buscaba la destrucción
de la reputación de cualquiera, juez, policía o periodista, que no siguiera
nuestra estela. Quienes disintieron, como Sindo Lafuente y Borja Echevarría,
negándose a trasladar aquellas informaciones a la web del diario que dirigían,
fueron purgados. Los que se sumaron con más entusiasmo a las fantasías del
director fueron promocionados. Las desventajas de una dirección personalista y
sin una estructura de gestión, dependiente de los golpes de brillantez de una
sola persona, habían quedado en evidencia. Jota jamás lograría demostrar sus
teorías, decepcionando por igual a quienes las creyeron y a quienes nunca lo
hicieron. El Callado, nuestro jefe de Nacional, definiría en una reunión en la
Pecera: “Quedamos atrapados en una mentira y no importa que en su origen nos la
creyéramos. Una vez dentro, no supimos o no quisimos salir de ella”.
Una década después esa mentira seguía
persiguiéndonos y cada vez que iba a un foro a hablar de la renovación del
periodismo alguien me recordaba que éramos los voceros de la conspiración nunca
probada del 11M. Pensé pedir disculpas públicas por aquello, en un intento de
dejar atrás nuestro legado más oscuro, pero no quería juzgar públicamente el
trabajo de mis antecesores. Estaba diciendo, eso sí, a que nunca volviéramos a
hacer nada parecido. …
La otra cuestión es más
reciente, de hace un poco más de un mes. El que fuera Ministro de Asuntos
Exteriores entre 2011 y 2016 siendo presidente del Gobierno Mariano Rajoy, José
Manuel García Margallo, ha publicado su libro “Memorias heterodoxas de un
político de extremo centro”. Con este motivo, el periódico El País
publicó un artículo sobre este libro de memorias y nos cuenta una cuestión
sobre el 11-M que ya sabíamos, pero no por el hecho de saberlo deja de ser
interesante que lo diga un político del Partido Popular. Dice así: El 11-M
entraron Pedro Arriola y Paco Villar y les pregunté: “¿Sabemos quién ha sido?”
“Todavía no –me respondieron–. Si ha sido ETA nos salimos del
mapa, pero si han sido los yihadistas nos vamos a casa”. Desde luego, no
pudo estar más certero en el diagnóstico.
Leyendo estos dos párrafos se puede atisbar el alto grado de
fracaso y frustración endémica de Pedro J. Ramírez, de sus adeptos
conspiranoicos y de sus altavoces mediáticos y políticos.
Si quieren conocer el discurso completo, pueden descargarlo y
leerlo en nuestra revista 11MAGINA nº 16, junio 2020, de forma gratuita, que
está en la Web de nuestra Asociación
Revista 11MAGINA nº 16, junio 2020
Revista 11MAGINA nº 16, junio 2020
JUNTA DIRECTIVA ASOCIACIÓN 11-M
AFECTADOS DEL TERRORISMO