sábado, 13 de marzo de 2021

Mis palabras en el acto conmemorativo del 11 de marzo del 2021

Buenos días:

Muchas gracias por su presencia en este acto de recuerdo a las víctimas de los atentados del terrorismo yihadista del 11 de marzo de 2004, el mayor atentado cometido en España y en suelo europeo, motivo por el cual el Consejo Europeo fijó este día como “Día Europeo en Memoria de las Víctimas del Terrorismo”, siendo Madrid la ciudad elegida este año para su conmemoración. Por lo tanto, también es nuestro recuerdo para todas las víctimas de los diferentes terrorismos.

VERDAD, JUSTICIA, REPARACIÓN, MEMORIA Y PAZ son los enunciados que vertebran el nacimiento, la actividad y la historia de nuestra Asociación. El cuidado de las víctimas en sus circunstancias médicas, psicológicas, sociales, formativas y jurídicas es una de nuestras tareas diarias. Más aún, si cabe, en esta época en la que al dolor causado por el terrorismo se ha sumado en muchos casos el sufrimiento provocado por la Covid-19. Conscientes de la crisis sanitaria, económica y social que estamos viviendo, hemos ido modelando nuestro trabajo conforme a los recursos y restricciones, tratando de ofrecer a las víctimas la mayor cobertura posible ante sus necesidades y agravamiento de secuelas.

En defensa de las víctimas de los atentados cometidos en agosto de 2017 en Alcanar, Barcelona y Cambrils, nuestra Asociación se ha personado como Acusación Popular y también como acusaciones particulares en el juicio que se ha celebrado desde noviembre del pasado año hasta febrero de este año y que ha quedado visto para sentencia. 

Seguimos trabajando también para que la reforma prevista de la Ley del 17 de octubre de 2018 para la Protección, Reconocimiento y Memoria de las Víctimas del Terrorismo de la Comunidad de Madrid no deniegue solicitudes de indemnización por unos requisitos de empadronamiento que nosotros consideramos injustos, discriminatorios e infundados, y lesiona derechos fundamentales.

Pasados diecisiete años del 11 de marzo de 2004, la construcción de la Memoria del 11-M es otra tarea necesaria para que no se produzcan actuaciones como la llevada a cabo por el Ayuntamiento de San Agustín del Guadalix con el traslado y modificación del monumento “HOMENAJE A LAS VÍCTIMAS DEL 11 DE MARZO”, un monumento inaugurado en el año 2005, que cambian de lugar y reinauguran en el 2014 y al que en el 2018 de forma chapucera le sueldan una chapa con el nombre de 242 guardias civiles asesinados por ETA. Desde el punto de vista de la MEMORIA es una falta de respeto a un monumento HOMENAJE A LAS VÍCTIMAS DEL 11 DE MARZO. Y también una falta de respeto a la MEMORIA de los guardias civiles fallecidos en acto terrorista, que se merecen, y que nosotros solicitamos, un monumento en condiciones. En definitiva, ni las víctimas del 11-M ni los 242 guardias civiles fallecidos en acto terrorista, se merecen la artimaña propiciada o consentida por el Ayuntamiento de San Agustín del Guadalix. Ante diferentes instituciones hemos iniciado la correspondiente protesta para que el monumento vuelva a su ubicación y estado original.

En esta línea de la Memoria instamos a las instituciones correspondientes a que se lleve a cabo la realización de la sede del Centro Memorial en Madrid dedicado a las Víctimas del Terrorismo Yihadista, conforme al compromiso acordado en el 2014 por el Gobierno de España presidido por Mariano Rajoy, corroborado en febrero del 2019 por el Gobierno de España presidido por Pedro Sánchez.

Es también en este ámbito de la Memoria del 11-M que quiero referirme a dos cuestiones relevantes surgidas posteriormente a la conmemoración del 11-M del año 2019. Las tenía previsto decir el año pasado, pero desconvocamos el acto ante las noticias que nos llegaban del avance de la pandemia. Así es que las voy a decir hoy. Por lo tanto, para su comprensión háganse a la idea de que estoy hablando el 11 de marzo de 2020, el 11 de marzo del año pasado, diciendo lo siguiente:

Como creo que saben, Pedro J. Ramírez, uno de los adalides de las teorías de la conspiración sobre el 11-M, salió de la dirección del periódico El Mundo en el 2014, cuando sus teorías conspirativas ya no daban más de sí. Le sustituyó en la dirección del periódico su mano derecha, Casimiro García-Abadillo, que también compartió con Pedro J. Ramírez dichas teorías conspirativas. Sólo estuvo catorce meses y le sustituyó David Jiménez, quien sólo estuvo un año, de mayo de 2015 a mayo de 2016. Pues bien, en abril del año 2019, David Jiménez, publicó su libro “El Director”, que en las páginas 63 y 64, dice lo siguiente:

…Cuando años después el terrorismo islámico provocó una masacre en Madrid, el 11 de marzo de 2004, el equilibrio de nuestras virtudes y defectos se decantó del lado de los segundos y nos llevó a cometer el error que marcaría a El Mundo para siempre. El Gobierno del Partido Popular, al que nos habíamos acercado en exceso –eran los días en que Jota jugaba al pádel con el presidente y acudía de invitado a la boda de su hija–, intentó culpar del atentado a la banda terrorista ETA. La decisión de participar en la guerra de Irak unos meses antes había sido muy impopular y Aznar temió que una autoría islámica les haría perder las elecciones, que se celebraban tres días después. Jota creyó la versión del Gobierno y, cuando la realidad nos mostró que no era así, en lugar de rectificar nos embarcamos en una huida hacia adelante que nos llevó a publicar durante años supuestas investigaciones para reafirmar nuestra teoría de una gran conspiración. Era difícil encontrar a alguien en la redacción que pensara que lo que estábamos haciendo tenía algún sentido, pero más difícil era encontrar a alguien que tuviera las agallas de decírselo al director. Todos, unos desde las cercanías de El Despacho y otros, como yo, desde la comodidad de una corresponsalía, callamos mientras el diario convertía coincidencias en evidencias, se alimentaba de informaciones poco fiables de la facción policial que degeneraría en Las Cloacas, exageraba cualquier elemento que ayudara a defender su versión –y ocultaba datos que pudieran contradecirla–, se camelaba a testigos para que defendieran nuestras informaciones y buscaba la destrucción de la reputación de cualquiera, juez, policía o periodista, que no siguiera nuestra estela. Quienes disintieron, como Sindo Lafuente y Borja Echevarría, negándose a trasladar aquellas informaciones a la web del diario que dirigían, fueron purgados. Los que se sumaron con más entusiasmo a las fantasías del director fueron promocionados. Las desventajas de una dirección personalista y sin una estructura de gestión, dependiente de los golpes de brillantez de una sola persona, habían quedado en evidencia. Jota jamás lograría demostrar sus teorías, decepcionando por igual a quienes las creyeron y a quienes nunca lo hicieron. El Callado, nuestro jefe de Nacional, definiría en una reunión en la Pecera: “Quedamos atrapados en una mentira y no importa que en su origen nos la creyéramos. Una vez dentro, no supimos o no quisimos salir de ella”.

    Una década después esa mentira seguía persiguiéndonos y cada vez que iba a un foro a hablar de la renovación del periodismo alguien me recordaba que éramos los voceros de la conspiración nunca probada del 11M. Pensé pedir disculpas públicas por aquello, en un intento de dejar atrás nuestro legado más oscuro, pero no quería juzgar públicamente el trabajo de mis antecesores. Estaba diciendo, eso sí, a que nunca volviéramos a hacer nada parecido. …

La otra cuestión es más reciente, de hace un poco más de un mes. El que fuera Ministro de Asuntos Exteriores entre 2011 y 2016 siendo presidente del Gobierno Mariano Rajoy, José Manuel García Margallo, ha publicado su libro “Memorias heterodoxas de un político de extremo centro”. Con este motivo, el periódico El País publicó un artículo sobre este libro de memorias y nos cuenta una cuestión sobre el 11-M que ya sabíamos, pero no por el hecho de saberlo deja de ser interesante que lo diga un político del Partido Popular. Dice así: El 11-M entraron Pedro Arriola y Paco Villar y les pregunté: “¿Sabemos quién ha sido?” “Todavía no me respondieron. Si ha sido ETA nos salimos del mapa, pero si han sido los yihadistas nos vamos a casa”. Desde luego, no pudo estar más certero en el diagnóstico.

Hasta aquí lo que tenía previsto decir el pasado año y no pude decir, y he dicho ahora.

Como se puede comprobar, no tenemos fácil la construcción de la Memoria del 11-M. Muchos son los obstáculos y ninguneos. No muy lejos de aquí tenemos otro ejemplo de ocultamiento del 11-M: El Bosque del Recuerdo, aquí cerca, en el Retiro. Un Memorial surgido a raíz del 11-M, pero, como puede leerse en él, desviado a “TODAS LAS VÍCTIMAS DEL TERRORISMO” en general. Ninguna alusión al 11-M que haga que los cientos de personas que por allí pasan lo identifiquen con el 11-M. Es más, cerca hay una caseta inactiva, en la que un cartel (al que le faltan letras) indica PUNTO DE INFORMACIÓN BOSQUE DEL RECUERDO. Una caseta cerrada. Un 11-M omitido.

También este asunto del Bosque del Recuerdo lo estamos trabajando con las instituciones de Madrid para que corrijan esta anomalía.

Escribía yo en nuestra revista 11MAGINA del mes de junio del año pasado en plena pandemia lo siguiente: “No quiero que nadie me interprete mal ante la comparación que hago. Y si alguien no me entiende porque no me explique bien, pido mil perdones, pues la cuestión es bastante dolorosa como para bromear: La gran tragedia vivida por el coronavirus COVID-19 ojalá lleve a que, por parte de las autoridades correspondientes, se levante un monumento de homenaje a las víctimas de esta pandemia. Si llega a materializarse dicho monumento, haciendo comparación con lo ocurrido con EL BOSQUE DEL RECUERDO, es como si luego después, al cabo de un año de haberse hecho el MONUMENTO HOMENAJE A LAS VÍCTIMAS DEL CORONAVIRUS, alguna institución cambiase su título y pusiese MONUMENTO HOMENAJE A TODOS LOS DIFUNTOS. Sería una burla al monumento, un desprecio a los fallecidos por el coronavirus y un falseamiento de la Historia”. Pues bien, el monumento se ha hecho. Y muy bien, por cierto. Frente al Palacio de Cibeles, en la isleta situada en la calle Alcalá en dirección hacia la Puerta del Sol, se encuentra el pebetero que recuerda a todas las víctimas de la Covid-19. Esperemos que ninguna institución lo usurpe y manipule soldándole una placa ajena al motivo por el que fue creado o poniendo unas letras que alteren y desmemorien lo sucedido.

Buenos días. Muchas gracias. Cuídense. Cuidémonos.

 

martes, 30 de junio de 2020

PEDRO J. RAMÍREZ Y EL 11-M EN “LA SEXTA NOCHE”


Ante lo dicho por Pedro J. Ramírez el 27 de junio de 2020 en "LA SEXTA NOCHE":
 
“Si en estos momentos en el Congreso de los Diputados hay un ansia de profundizar en la investigación de asuntos que todavía se desconocen importantes en relación a la historia democrática, sugiero que reabran la investigación parlamentaria sobre el 11-M. Creo que hay muchas más lagunas y muchos más puntos oscuros en el propio relato oficial del 11-M que en relación a quién o cómo se constituyeron los GAL. Todos sabemos las respuestas a estas preguntas. Desafiaría a cualquiera a contestar en los mismos términos y con detalle en relación al 11-M


desde nuestra Asociación, nos vemos en la obligación de recordar dos párrafos del discurso que nuestro presidente Eulogio Paz Fernández, tenía previsto pronunciar en los actos del 11-M que no hicimos porque los desconvocamos debido a la pandemia provocada por el coronavirus.


Los dos párrafos del discurso son los siguientes:


Como creo que saben, Pedro J. Ramírez, uno de los adalides de las teorías de la conspiración sobre el 11-M, salió de la dirección del periódico El Mundo en el 2014, cuando sus teorías conspirativas ya no daban más de sí. Le sustituyó en la dirección del periódico su mano derecha, Casimiro García-Abadillo, que también compartió con Pedro J. Ramírez dichas teorías conspirativas. Sólo estuvo catorce meses y le sustituyó David Jiménez, quien sólo estuvo un año, de mayo de 2015 a mayo de 2016. Pues bien, en abril del pasado año 2019, David Jiménez, publicó su libro “El Director”, que en las páginas 63 y 64, dice lo siguiente:


…Cuando años después el terrorismo islámico provocó una masacre en Madrid, el 11 de marzo de 2004, el equilibrio de nuestras virtudes y defectos se decantó del lado de los segundos y nos llevó a cometer el error que marcaría a El Mundo para siempre. El Gobierno del Partido Popular, al que nos habíamos acercado en exceso –eran los días en que Jota jugaba al pádel con el presidente y acudía de invitado a la boda de su hija–, intentó culpar del atentado a la banda terrorista ETA. La decisión de participar en la guerra de Irak unos meses antes había sido muy impopular y Aznar temió que una autoría islámica les haría perder las elecciones, que se celebraban tres días después. Jota creyó la versión del Gobierno y, cuando la realidad nos mostró que no era así, en lugar de rectificar nos embarcamos en una huida hacia adelante que nos llevó a publicar durante años supuestas investigaciones para reafirmar nuestra teoría de una gran conspiración. Era difícil encontrar a alguien en la redacción que pensara que lo que estábamos haciendo tenía algún sentido, pero más difícil era encontrar a alguien que tuviera las agallas de decírselo al director. Todos, unos desde las cercanías de El Despacho y otros, como yo, desde la comodidad de una corresponsalía, callamos mientras el diario convertía coincidencias en evidencias, se alimentaba de informaciones poco fiables de la facción policial que degeneraría en Las Cloacas, exageraba cualquier elemento que ayudara a defender su versión –y ocultaba datos que pudieran contradecirla–, se camelaba a testigos para que defendieran nuestras informaciones y buscaba la destrucción de la reputación de cualquiera, juez, policía o periodista, que no siguiera nuestra estela. Quienes disintieron, como Sindo Lafuente y Borja Echevarría, negándose a trasladar aquellas informaciones a la web del diario que dirigían, fueron purgados. Los que se sumaron con más entusiasmo a las fantasías del director fueron promocionados. Las desventajas de una dirección personalista y sin una estructura de gestión, dependiente de los golpes de brillantez de una sola persona, habían quedado en evidencia. Jota jamás lograría demostrar sus teorías, decepcionando por igual a quienes las creyeron y a quienes nunca lo hicieron. El Callado, nuestro jefe de Nacional, definiría en una reunión en la Pecera: “Quedamos atrapados en una mentira y no importa que en su origen nos la creyéramos. Una vez dentro, no supimos o no quisimos salir de ella”.

    Una década después esa mentira seguía persiguiéndonos y cada vez que iba a un foro a hablar de la renovación del periodismo alguien me recordaba que éramos los voceros de la conspiración nunca probada del 11M. Pensé pedir disculpas públicas por aquello, en un intento de dejar atrás nuestro legado más oscuro, pero no quería juzgar públicamente el trabajo de mis antecesores. Estaba diciendo, eso sí, a que nunca volviéramos a hacer nada parecido. …


La otra cuestión es más reciente, de hace un poco más de un mes. El que fuera Ministro de Asuntos Exteriores entre 2011 y 2016 siendo presidente del Gobierno Mariano Rajoy, José Manuel García Margallo, ha publicado su libro “Memorias heterodoxas de un político de extremo centro”. Con este motivo, el periódico El País publicó un artículo sobre este libro de memorias y nos cuenta una cuestión sobre el 11-M que ya sabíamos, pero no por el hecho de saberlo deja de ser interesante que lo diga un político del Partido Popular. Dice así: El 11-M entraron Pedro Arriola y Paco Villar y les pregunté: “¿Sabemos quién ha sido?” “Todavía no me respondieron. Si ha sido ETA nos salimos del mapa, pero si han sido los yihadistas nos vamos a casa”. Desde luego, no pudo estar más certero en el diagnóstico.


Leyendo estos dos párrafos se puede atisbar el alto grado de fracaso y frustración endémica de Pedro J. Ramírez, de sus adeptos conspiranoicos y de sus altavoces mediáticos y políticos.


Si quieren conocer el discurso completo, pueden descargarlo y leerlo en nuestra revista 11MAGINA nº 16, junio 2020, de forma gratuita, que está en la Web de nuestra Asociación 
Revista 11MAGINA nº 16, junio 2020




JUNTA DIRECTIVA ASOCIACIÓN 11-M AFECTADOS DEL TERRORISMO

lunes, 18 de mayo de 2020

PABLO MOTOS, EL 11-M Y EL COVID-19

           Establecer comparaciones entre los fallecidos, enfermos y damnificados por el coronavirus en los más de dos meses de pandemia que llevamos en España y los asesinados, heridos y afectados por terroristas yihadistas el 11 de marzo de 2004 en Madrid, está siendo un argumento recurrente no ya sólo para políticos (Pablo Casado), sino también para algunas gentes del deporte (Julen Lopetegui, entrenador del Sevilla Fútbol Club), o del espectáculo televisivo (Pablo Motos).


“Estamos todos los días en un 11-M”. Es lo que dijo Pablo Motos recientemente en su programa televisivo. Soltar esta frase así, sin más, en el contexto de una tertulia en la que se está hablando largamente de los fallecidos por el COVID-19, no contribuye, para nada, a que la gente sepa qué paso el 11-M. Es más, el propio Pablo Motos, en un momento de su intervención dijo también: “Es todo muy difícil porque nunca nos hemos enfrentado a una cosa así”. Por lo tanto, “si nunca nos hemos enfrentado a una cosa así”, ¿cuál es la intencionalidad de aludir continuamente al 11-M? Tendría sentido hablar del 11-M, si al hablar del coronavirus abundantemente, se hablase también extensamente del 11-M. Pero no, se suelta esa frase ya recurrente “estamos todos los días en un 11-M” (u otra similar), sin ni tan siquiera hacer un esfuerzo divulgativo sobre lo que pasó el 11-M.


Por eso, quienes quieran seguir estableciendo comparaciones entre el 11-M y el COVID-19, conviene que dediquen un tiempo amplio también para recordar a sus espectadores, oyentes y lectores, lo siguiente:


FAES, fundación del Partido Popular en los tiempos del 11-M, que actualmente sigue presidiendo José María Aznar, y de la que Pablo Casado fue nombrado patrón en 2015, predijo en enero de 2003: “Cabe esperar el recrudecimiento de la amenaza terrorista si es que se produce la guerra contra Irak, una amenaza que afectará principalmente a los países que participen en ella”. O sea, dicho y hecho. Por desgracia, acertó FAES en su pronóstico. El Gobierno de Aznar, del Partido Popular, nos llevó a la guerra contra Irak, y una de sus consecuencias fueron los atentados del 11-M.


          En la cumbre del G-8 del 25 de junio de 2002 en Canadá, el presidente de EEUU, George W. Bush, puso los pies sobre la mesa y José María Aznar le imitó. El Gobierno de España del Partido Popular, presidido por José María Aznar, hizo caso omiso de los informes de la ONU advirtiendo de la ilegalidad de una intervención en Irak. Aznar desoyó el clamor de las gentes en las calles de España contra la guerra de Irak. Aznar mintió sobre la existencia de armas de destrucción masiva en Irak. Teniendo por anfitrión al entonces primer ministro portugués, José Manuel Durao Barroso, José María Aznar, George W. Bush y el primer ministro del Reino Unido, Tony Blair, se reunieron en las islas Azores el 16 de marzo de 2003 y decidieron la intervención en Irak. Durao Barroso reveló además que fue Aznar quien más solicitó la celebración de aquella cumbre previa a la guerra de Irak. La invasión de Irak comenzó el 20 marzo de 2003; el líder de Al Qaeda, Bin Laden, el 18 de octubre de 2003 amenazó directamente a España por su participación en la guerra contra Irak. El 29 de noviembre de 2003, siete agentes del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) español fueron asesinados en una emboscada perpetrada por la insurgencia iraquí con armas de fuego y granadas, en Latifiya, Irak. Finalmente, y como venganza, los terroristas yihadistas atacaron cuatro trenes de cercanías de Madrid el 11 de marzo de 2004. Y después, como remate, el Partido Popular mintió tratando de atribuir los atentados a ETA para intentar ganar las elecciones que se celebraron tres días después. Y luego, tras perder las elecciones, acompañado de sus partners mediáticos, intentaron deslegitimar al Gobierno surgido de las elecciones con más y más mentiras sobre lo ocurrido antes, durante y después del 11-M.


           El año pasado, un día antes del XV aniversario del 11-M, Pablo Casado, pidió que se desclasificase cualquier información sobre el 11-M y que se “llegase a la verdad si alguien la oculta o intenta mercadear con ella”. El PP, el partido de Pablo Casado, mientras estuvo en la oposición desde el 2004 hasta el 2011, dijo que cuando llegase al poder iba a decir toda la verdad sobre el 11-M. Ganó las elecciones en 2011 y gobernó hasta el 2017, o sea que tiempo tuvo para decir esa verdad que decía que sabía. Gobernó seis años seguidos y nada de nada sobre el 11-M. Quedó demostrado que en la oposición sólo le había interesado el barullo y la vocinglería.


Las conclusiones del informe Chilcot de julio de 2016, encargado por el Gobierno británico, confirmaron que la guerra contra Irak fue ilegal, injusta, inhumana e irracional. En octubre del 2015, Tony Blair –aunque de aquella manera–, pidió perdón. Aznar, a día de hoy, sigue sin pedir disculpas públicamente.


A más explicaciones, menos comparaciones y confusiones. ¿Los Casado, Lopetegui y Motos que sigan hablando o escribiendo sobre 11M en estos tiempos de pandemia, tendrán la firme voluntad de dedicarle más tiempo, haciendo un esfuerzo por divulgar lo que pasó antes, durante y después del 11M? Veremos.