martes, 23 de julio de 2024

La Comunidad de Madrid vetó a Antonio M. Utrera en el acto del 20 aniversario del 11-M

El 15 de febrero de 2024 varias personas de la Asociación 11-M Afectados del Terrorismo nos reunimos con la Comisionada de Víctimas del Terrorismo de la Comunidad de Madrid, Rocío López, para intentar hacer la exposición “Trazos y Puntadas para el Recuerdo” en la sede de la Comunidad de Madrid, en la Puerta del Sol. Una exposición que finalmente no se hizo por motivos de los que daré cuenta en otra entrada de mi Blog.

En dicha reunión, Rocío López nos pide el número de teléfono del socio de la Asociación 11-M Afectados del Terrorismo, Antonio M. Utrera (uno de los heridos de mayor consideración en los atentados y amigo de Angélica González, víctima mortal de los mismos), porque quiere que en el acto de la Puerta del Sol participe. Lógicamente, le dimos su número de teléfono.

Según cuenta el propio Antonio: “el 19 de febrero, a menos de un mes del vigésimo aniversario de los atentados del 11 de marzo de 2004, recibo una llamada de Rocío López, comisionada de víctimas de la Comunidad de Madrid, con la que mantengo una buena comunicación desde hace años. En su llamada me ofrece participar en el acto institucional que como cada año se celebra la mañana del 11 de marzo en la Puerta del Sol mediante la declamación de uno de los poemas publicados en mi poemario Los días jueves. Su idea es hacer un acto más cálido y centrado en las víctimas en contraste con anteriores años, por lo que mi participación está más que justificada. Al final de su llamada, me pide que decida un par de poemas de los que ellos elegirían uno para su lectura, petición a la que respondo inmediatamente.

Sin embargo, 48 horas después, la propia Rocío me vuelve a llamar para retirarme la invitación al acto aludiendo a la duración del mismo, que debía verse reducida porque “la AVT quiere llegar a misa”.  En esta conversación, a Rocío la noto en todo momento abochornada y se disculpa conmigo varias veces”.

Y mientras esto ocurría, la Comunidad de Madrid contacta con otra persona también socia de la Asociación 11-M Afectados del Terrorismo, Vera de Benito, hija de Esteban (asesinado en los atentados), para sustituir a Antonio M. Utrera, con el propósito de que participe en el acto citado de la Puerta del Sol. La intervención de Vera de Benito, que accedió a participar en dicho acto, duró bastante más que lo que hubiese durado la lectura del poema de Antonio M. Utrera, por lo que quitar a Antonio M. Utrera y poner a Vera de Benito no fue por un “asunto de prisas, porque la AVT quisiese llegar a tiempo a la misa que había organizado”. Eso fue una justificación falaz. Lo que pasó, a nuestro entender, es que algún aspecto de Antonio M. Utrera que no conseguimos dilucidar tuvo que incomodar a alguien dentro de la Comunidad de Madrid. Fue, claramente, un veto político a Antonio M. Utrera.

A continuación, reproducimos los dos poemas propuestos por Antonio M. Utrera para su lectura:

 

                                                      La catástrofe

De nada sirvieron
los protocolos de evacuación
las recomendaciones en caso de emergencia 
los martillos con punta de diamante las salidas de socorro.
 
De nada 
los extintores los rómpase en caso necesario
los planos los usted está aquí la salida más cercana.
 
No hubo tiempo para las instrucciones del personal autorizado
(la urgencia de la catástrofe no da opción a tal disparate).
 
Contra la catástrofe, contra el desorden
no pudieron los gritos de auxilio, lo aprendido en los simulacros.
 
No, no hubo ocasión para los mantengan la calma
ni los guarden el orden.
 
La catástrofe, el ruido del caos... el desorden, en fin,
por sí mismos se bastan.
 
El polen de la primavera no conocía su lenguaje. 
      
 
                  Los últimos días de Luz Acaso
 
Fuimos tan distintos y tan iguales,
pobres y ricos a nuestra manera.
Llegamos de una patria sin bandera
a festejar los días iniciales.
 
¡Eran tan raras las cosas normales!, 
tan amplia esta vida perecedera...
La muerte nos robó la primavera
tan niños y, sin embargo, mortales.
 
Nadie advirtió que ser joven sería 
perder la paz, perder también la euforia,
ver llegar, de pronto, cien mil inviernos.
 
La muerte suspendió nuestra alegría,
pero yo velaré por la memoria
del día que creímos ser eternos.