"Cuando ya me di cuenta de que eran tiros en vez de cristales que se caían, pensé pues será un ajuste de cuentas, dos bandas enfrentadas, una persecución policial, cualquier cosa menos un atentado terrorista que nosotros aquí en España tenemos mentalmente unido al tiro en la nuca o el coche bomba, pero no al lobby de un hotel con metralletas" (Esperanza Aguirre en el programa de TVE, Informe Semanal, titulado Masacre en Bombay, emitido el 29 de noviembre de 2008).
Me
parece muy loable el esfuerzo de muchos estamentos sociales tratando que las
víctimas del terrorismo recuperemos el pulso vital, volvamos a la normalidad y
tiremos hacia adelante. No puede ser de otra manera. También suele pasar a
veces que cuando alguna víctima nos expresamos -sobre todo cuando lo hacemos
públicamente-, podemos recoger, además de solidaridad y cariño, improperios y
descalificaciones, no por lo que digas o dejes de decir, sino por el sólo hecho
de ser víctima. Se comenta: La víctima se merece todo nuestro respeto y
comprensión, pero ser víctima del terrorismo no da derecho a tener toda la
razón y a decir, incluso, sandeces, ya que su situación de víctima le ha dejado
en estado de shock, en el mejor de los casos. Por eso hay quienes recomiendan
pasar de nosotros, que digamos lo que queramos porque hay que comprender la
situación en la que estamos y con no hacer ni caso es más que suficiente.
Perfectamente entendible.
Las
declaraciones de Esperanza Aguirre en el programa televisivo son frívolas e
impresentables. Resulta inadmisible que ningunee el atentado islamista -que no
fue con "el tiro en la nuca o el coche bomba"-, y que tuvo lugar en
su propia Comunidad Autónoma. El mayor atentado terrorista en la historia de España
y de Europa. Lo que Esperanza Aguirre piensa del 11-M quedó así al descubierto.
Es probable que sus asesores de imagen la hicieran ver su colosal metedura de
pata y por eso dos días después dijo: "Es como si hubiera estado el 11-M,
a las ocho menos veinte de la mañana, en la estación de Atocha".
¡Fantástico!
Pero
claro, hay que contar con que Esperanza Aguirre es ya también una víctima de
atentado terrorista y por lo tanto sus palabras están condicionadas, como las
mías, por el trauma vivido. Después de Bombay, sus palabras y sus hechos
(subasta de calcetines y demás zarandajas) tendrán, como los míos, el estigma
indeleble del atentado en el que se vio envuelta. A partir de ahora deberá
acostumbrarse a que la digan: "Cuídese señora Aguirre". Confusa por
el golpe recibido, tendrán que ser los expertos (psicólogos, médicos,
sociólogos, políticos, periodistas, analistas, etc.) quienes dictaminen si lo
declarado en Informe Semanal ha sido fruto de "un lapsus mentalmente-unido
transitorio", "un acto malévolo y perverso", "una calculada
operación de manipulación política valedora de las tesis conspirativas", o
simplemente "pasar y dejarla decir lo que lo que le venga en gana".
Por
otra parte, no acabo de entender tampoco el ocultamiento del 11-M por los realizadores
del programa al decir, refiriéndose a la masacre de Bombay, que ha sido el
mayor ataque terrorista desde el 11 de septiembre. Los datos existentes no
avalan tal afirmación. ¿Será un apaño (no me hables tú de ETA, no te hablo yo
del 11-M) entre los grupos mayoritarios que controlan el Consejo de TVE?, ¿o
será tal vez porque en los ataques de Bombay había hoteles de lujo y en los
trenes de Madrid la mayoría de los pasajeros eran trabajadores y
estudiantes? Pero los hechos son muy tozudos y mientras Esperanza Aguirre
e Informe Semanal escondían el 11-M, dos días después también, M. Ayestarán,
desde Bombay, escribía en ABC: "...India vive inmersa en la vorágine de la
campaña electoral y, si bien los terroristas pretendían convertir la operación
en un 11-S, ésta lleva camino de convertirse en una especie de 11-M en suelo
indio". Por fortuna, siempre habrá alguien que salga al paso de los torpes
intentos de escamotear la realidad.